Un reciente acuerdo de paz firmado entre la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda, bajo mediación de Estados Unidos y presencia del secretario de Estado Marco Rubio, ha sido presentado como avance hacia la estabilidad en la región de los Grandes Lagos. Sin embargo, el documento ha generado escepticismo (duda), ya que no estaría claro cómo se garantizaría su cumplimiento. La firma del pacto llega tras años de conflicto agravado desde 2021, cuando el grupo rebelde M23 reanudó sus ataques en el este de la RDC, con apoyo presuntamente brindado por Ruanda, según organismos internacionales y el gobierno estadounidense.
Aunque Ruanda ha negado haber apoyado al M23, aceptó suscribir el acuerdo. Expertos como Yvon Muya han considerado que un éxito del pacto dependería de un compromiso de las autoridades congoleñas y ruandesas. Por su parte, Tom Fletcher, representante humanitario de la ONU, advirtió sobre una falta de mecanismos externos de control, y ha referido que el mundo habría prestado poca atención a la 'tragedia humanitaria' que vive el este del Congo, con miles de muertos, millones de desplazados y un nivel de violencia escalado, especialmente contra mujeres. Uno de los puntos más criticados del acuerdo es que, pese a centrarse en el desarme y la cooperación económica, no contemplaría medidas específicas para frenar la violencia sexual ni mecanismos de justicia y reparación para las víctimas. Esto habría llevado a que se perciba como 'una tregua más' que una solución estructural, al considerarse que los representantes del M23 no participaron en la firma. El documento incluye cláusulas sobre el cese de hostilidades y la integración de combatientes a la vida civil, pero omitiría compromisos sobre la actuación de fuerzas ruandesas.
Finalmente, según reportes de medios se ha señalado que el pacto ignoraría una crisis humanitaria grave, pues no abordaría el retorno de los desplazados ni contemplaría fondos para la reconstrucción. Analistas han temido que el acuerdo responda más a intereses geopolíticos, como la competencia entre Estados Unidos y China por influencia en África, que a una real voluntad de paz. Además, una exclusión de actores africanos considerados clave en el proceso de mediación reforzaría la percepción de que se trataría de un acuerdo transaccional 'con más énfasis en la economía' que en los derechos humanos. El reporte está en desarrollo.
Vía: DW


