Tailandia lanzó ataques aéreos en la frontera con Camboya en medio de nuevos enfrentamientos que habrían dejado inicialmente unos cinco muertos: un soldado tailandés y cuatro civiles camboyanos, según autoridades de ambos países. La región, marcada por décadas de tensiones fronterizas, ya había vivido en julio cinco días de combates que dejaron 43 muertos y 300.000 desplazados antes de una tregua que posteriormente fue suspendida por Tailandia tras la explosión de una mina. Desde la ruptura del alto al fuego, ambas naciones han reportado disputas esporádicas que se habrían intensificado el domingo y lunes; sin embargo, la cifra de víctimas ha aumentado con el paso de las horas. Para este miércoles, 10 de diciembre, Camboya elevó el número de civiles fallecidos de siete a nueve y confirmó 46 heridos, mientras que Tailandia reportó ya cuatro militares muertos y 68 heridos en su territorio, en medio de acusaciones y contraacusaciones sobre ataques con drones, cohetes e incluso el uso de gas tóxico en operaciones aéreas.
Las nuevas hostilidades habrían desencadenado la huida masiva de civiles en ambos lados de la frontera, que continuaría ampliándose frente a la escalada. Mientras en los primeros reportes se hablaba de miles de desplazados, las autoridades camboyanas aseguraron que más de 127.000 personas habrían sido evacuadas, y en el lado tailandés las cifras superarían los 400.000 ciudadanos obligados a abandonar sus hogares. Habitantes de comunidades limítrofes en Tailandia afirmaron que habrían sido instruidos para evacuar ante el temor de que la violencia alcance niveles similares a los de julio, mientras que Camboya habría cerrado 635 escuelas y Tailandia mencionó el cierre de 10 hospitales, 180 centros de salud comunitarios y más de 1.100 escuelas a lo largo de los 820 kilómetros de frontera. Imágenes recientes mostrarían templos convertidos en refugios improvisados y filas extensas de familias huyendo con pocas pertenencias, mientras los combates persisten.
Frente a la escalada, la Unión Europea (UE) pidió nuevamente a ambos países “ejercer la máxima moderación”, mientras que el secretario general de la ONU, António Guterres, instó a "renovar" el compromiso con el alto al fuego pactado a principios de año. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) reiteró un “llamado urgente” a bajar tensiones y habló de una necesidad de 'respetar' el derecho internacional humanitario 'para evitar más daños' a la población civil y 'proteger' infraestructuras consideradas esenciales. El trasfondo del conflicto se originaría en un desacuerdo centenario sobre fronteras trazadas durante la época colonial francesa, donde ambos países reivindican territorios que incluyen templos antiguos en la zona limítrofe. Aunque ambos gobiernos aseguran que los heridos deberían recibir atención “sin restricciones”, intercambian acusaciones sobre quién inició los ataques, lo que marcaría un fin del acuerdo de paz firmado en octubre en Malasia bajo mediación del presidente estadounidense Donald Trump, quien ha insinuado que podría intervenir nuevamente. El reporte continúa en desarrollo.
Vía: DW • AFP • EFE • Reuters • AKP • RTR


