Un reciente bombardeo israelí en la Ciudad de Gaza mató al reconocido periodista palestino Anas al Sharif, corresponsal de Al Jazeera, junto a otros cuatro miembros de su equipo: el reportero Mohammed Qreiquea, los fotógrafos Ibrahim Zaher y Mohamed Aliwa, y el conductor y fotoperiodista asistente Mohammed Nofal. Israel catalogó a Al Sharif como “terrorista” presuntamente vinculado a Hamas, aunque no presentó pruebas verificables. Poco antes de morir, Al Sharif había reportado en redes sociales una intensificación de los ataques y advirtió que Gaza quedaría 'reducida a ruinas' si la ofensiva continuaba. Con esto, el Gobierno de Gaza elevó a 237 el número de informadores fallecidos desde el inicio de la ofensiva israelí, cifra que incluiría periodistas, influencers y creadores de contenido. El Ejército israelí ha dicho que Al Sharif 'se unió a Hamas' en 2013 y que habría resultado herido en 2017 y 2019, según documentos cuyo origen no especificó. Reporteros Sin Fronteras consideró que la publicación de esos documentos no constituiría 'prueba suficiente' para justificar el ataque, recordando casos similares, como el del periodista Ismail al Ghoul en 2024.
En medio de todo, el embajador de Palestina ante la ONU, Riyad Mansour, pidió en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad “frenar el genocidio” y acusó a Israel de 'prolongar la guerra' para impedir la creación de un Estado palestino. Mansour denunció que más de dos millones de personas en Gaza sufrirían “dolor y agonía” y exigió una 'acción inmediata' para detener la ofensiva. La sesión fue convocada por varios países europeos para discutir el nuevo plan del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que contemplaría el control de la seguridad en Gaza, la desmilitarización del enclave y la instalación de una administración civil “no israelí”, plan que precisaría la ocupación de la Ciudad de Gaza. En respuesta, el subrepresentante permanente de Israel ante la ONU, Jonathan Miller, dijo que su país no pretendería ocupar Gaza 'permanentemente' y que el objetivo sería 'garantizar la seguridad' y evitar 'futuras amenazas'. La representante de EEUU, Dorothy Shea, consideró que Israel tendría derecho a actuar en 'defensa propia' y negó que exista un genocidio. Por el contrario, Rusia, China, Francia y Reino Unido cuestionaron el plan israelí y advirtieron sobre el riesgo de una nueva escalada y 'más desplazamientos forzados'.
La ONU ha alertado de que la implementación de este plan podría desatar otra 'catástrofe humanitaria'. El secretario general adjunto, Miroslav Jenca, mencionó que habría más muertes y destrucción, mientras la oficina humanitaria de la ONU (OCHA) reportó que cerca de 100 niños ya habrían muerto por desnutrición aguda desde el inicio del conflicto, 37 de ellos en el último mes. “Esto ya no es una crisis de hambre inminente, esto es hambre, pura y simple”, dijo el director de coordinación de OCHA, Ramesh Rajasingham. Gran Bretaña, aliada de Israel pero uno de los impulsores de la reunión, cuestionó el plan de Netanyahu al señalar que prolongaría el 'sufrimiento de los civiles'. El conflicto en la Franja de Gaza persiste, cuando la presión interna y externa sobre Israel escala. Recientemente se conoció que Australia reconocería al Estado palestino en la Asamblea General de la ONU en septiembre, según anunció el primer ministro, Anthony Albanese. "La paz solo será temporal" mientras los israelíes y los palestinos no dispongan de sus respectivos estados permanentes, dijo a periodistas. La decisión sería una iniciativa similar a la anunciada por países como Francia, Canadá y Reino Unido. El reporte continúa en desarrollo.
Vía: DW • EFE • AFP • Sky News • Reuters